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viernes, 12 de diciembre de 2008

Los Taira. Capítulo 1

Hola! dejo el primer capítulo de un cuento que escribí para un concurso escolar en el 2009. "Los Taira" Capitulo 1: Una muchacha de unos 14 años entraba erguida a una habitación desprolija. Sus cabellos, color rojo oscuro, le llegaban a la altura de los hombros, y sus ojos azules miraban a una niña pelirroja de ojos negros que se encontraba debajo de un montículo de papeles, despeinada. Dando la impresión de que hasta hace unos segundos se había estado revolcando por el suelo hasta conseguir que un montón de papeles cayeran sobre ella desde el escritorio. -¿Aiko? La muchacha se incorporó rápidamente del suelo -No deberías estar aquí, papá se enojaría...-La muchacha comenzó hablar pero Aiko, su hermanita de siete años, la interrumpió. - ¡Papá no esta! ¿O lo ves por algún lado? – gritó la niña enfadada y posó su mano sobre el pomo de la puerta – a veces pareces idiota, Yumi. - Ordena la habitación-dijo tranquilamente Yumi saliendo a un angosto pasillo en el que se encontraba su hermana pequeña, observando desde allí la sala de estudio de su padre, siempre tan pulcra, convertida en un verdadero desorden. El pasillo, dividido por una puerta corrediza, comunicaba a una sala donde se podía apreciar a una mujer muy bella sentada sobre un cojín. Su mirada triste se alojaba sobre la puerta, donde lograba ver claramente a sus hijas. La mujer vestía un hermoso kimono color bordó que hacia juego con sus cabellos. Con un retraso de media hora, Yumi se presentó por la puerta haciendo una reverencia seguida por Aiko, que a diferencia de su hermana dijo -Lamento la demora, madre - bajó su cabeza de manera que sus palabras apenas se oyeron. Su madre esbozó una cálida sonrisa - No importa, ahora debemos irnos- levantándose de su asiento dijo- ¿prepararon sus cosas ya? -¡si!- Aiko y Yumi respondieron al unísono, complacidas por la tranquilidad de su madre. Olvidándose de su pequeña discusión subieron las escaleras que las conducirían a sus habitaciones y tomaron las maletas, atropellándose con todo lo que se interponía en su camino. Su madre las esperaba abajo algo sobresaltada por los estruendosos ruidos que se oían. Mientras esperaban un taxi, Aiko con una gran sonrisa saludaba a las personas que transitaban por la acera, mientras que Yumi, victima de la vergüenza, se escondía detrás de su libro de ilustraciones. Luego de unos minutos, que se le antojaron horas a Yumi, llegó el dichoso taxi que después de dos horas de viaje, las dejó a un costado de un frondoso bosque siguiendo las pistas de un camino ya borrado, solamente indicado con piedras En frente suyo se hallaba una enorme mansión con grandes y hermosas estatuas fabricadas en el siglo XIX, según indicaba en sus placas. La mansión tenía un aspecto bastante descuidado, le faltaban algunas tejas, sin contar que las escaleras rechinaban y que todo estaba repleto de tierra. La madre de Aiko y Yumi se detuvo frente a la puerta de entrada, golpeando con su puño tres veces. La puerta se abrió de par en par, dejando ver a un hombre de unos 50 años sonriendo, complacido. - ¡Bienvenida Sakura-san! ¡Y estas preciosas niñas deben de ser tus hijas!- Las niñas se miraron entre si, algo confundidas. Siempre creyeron que su tío era alguien de muy mal carácter. - Buenos días Chojiro-San, Me alegra mucho Verte, ¿Hace cuanto que están aquí?- preguntó algo preocupada Sakura - Hace tan solo una hora que hemos llegado, no te preocupes- sonrió Chojiro, invitándolas a pasar con un gesto de la mano derecha-Acompáñenme, les presentaré a mi familia. El lugar se encontraba regado por la luz del sol que se filtraba por las ventanas. El recinto se hallaba colmado de cuadros, lámparas, espejos, escaleras, y otros objetos de mucha antigüedad. Chojiro las condujo hacia una habitación donde se encontraban una mujer de cabellos negros, y una niña de la edad de Yumi de tez muy blanca y ojos negros. Sakura había intentado convencer a Yumi con la idea de que habría una niña de su edad y no estaría tan sola, pero lo que ella no sabía es que eso no la tranquilizaba, al contrario. A Yumi le costaba mucho relacionarse con los demás. -Ella es mi esposa Chika y mi hija Akane-chan- Chika llevaba una yukata de color azul marino, y su hija una de igual color. Akane hizo una leve reverencia y Chika sonrió alegre -Un gusto conocerte Chika-san -expresó Sakura con cortesía- y a ti también Akane-san, ellas son mis hijas, Yumi y Aiko. -El gusto es mío, Sakura-san -pronunció Chika mientras que Akane hacía otra reverencia esta vez más pronunciada -Bueno Akane, enséñales su habitación a las niñas mientras Chika y yo le mostramos la suya a Sakura-san- Dijo Chojiro dándole una cariñosa palmadita en el hombro a su hija. Sin decir nada Akane acompañó a las niñas a sus habitaciones en silencio, una palabra desconocida para Aiko, que conversó con Yumi sobre manga, dándole ocasionales miradas a Akane con intriga. Akane se detuvo frente a una habitación y anunció: - Esta habitación es de la menor...Buenas Tardes- indicó secamente y siguió el recorrido. Yumi se apresuró a seguirla. Hicieron la mitad del transcurso en silencio hasta que notó que debía romperlo. -Entonces... ¿somos primas no?- el rubor se apoderó de sus mejillas, antes blancas. Akane no contestó, y dirigiéndose hacia una habitación informó en un tono seco: -Esta es tuya- Y agregó suavemente-Las palabras, y aún más las preguntas, son valiosas. Escógelas con cuidado. Buenas tardes -¡NO! Espera por favor...-Gritó Yumi algo impresionada por el trato que recibía por parte de su prima. -¿qué quieres?-Akane dio media vuelta para encontrarse con su prima, ahora roja de la vergüenza. -Yo...yo quiero...yo...-alcanzo a musitar Yumi ante la mirada asesina de su prima - dime- dijo Akane saboreando la situación - yo... yo quiero saber... por que me...me tratas de esta manera...- miró el suelo, conciente de que la mirada de su prima estaba clavada en ella - Tú… tu no tienes la más mínima idea de lo que hemos pasado todo este tiempo - Akane se fue de la habitación sin dejarle tiempo a Yumi de replicar. La habitación era de color blanco con algunas flores de color violeta dispuestas de forma horizontal. Tenía una cama con dosel al tono y un escritorio con una pequeña lámpara color celeste. Sobre la cama, descansaba una yukata lavanda con unas delgadas rallas negras, encima de ella, había un cartelito que solicitaba: “Esta prenda deberás usarla para cenar a las 09:15” La muchacha releyó la nota varias veces, se puso la yukata y sorprendida notó que era de su talle. Observó la hora de su reloj de mano. Eran las 8:20, ¿qué haría durante ese tiempo?, la casa era demasiado grande y no podría salir de la habitación sin perderse, de eso estaba segura. Detestaba ordenar su ropa, pero era lo único que le quedaba por hacer. A las 9:00 Salió de su pieza buscando la escalera que comunicaba a la sala de estar, pero era imposible. La oscuridad se había apoderado de la casa y Yumi no alcanzaba a ver ni donde pisaba. Arrastró los pies, tanteando el piso en busca de los escalones. -¿Qué haces?-Una voz a sus espaldas le hizo dar un respingo Aterrada, Yumi se volteó para hallarse ante un par de ojos negros -¿Quién...-Ella comenzó a hablar, pero ya no veía a nadie. Extrañada, miró a uno y otro lado, sin comprender, ¿lo habría imaginado? Unos apresurados pasos se oían por la escalera -¡No sabes lo grande que es esta casa!- exclamó Aiko -Me dijeron que te viniera a buscar y… ¡Y me he perdido! ¿Puedes creerlo?- Su amplia sonrisa se hizo entrever en la oscuridad -¡claro que puedo creerlo!- pensó Yumi sobresaltada -si... Gracias por buscarme Aiko-chan, porque no veo nada, ¿tu si?- Yumi miró algo confundida a su hermana que no respondía- ¿ves no es cierto? -¡claro!-dijo Aiko, sin dejar descansar a su orgullo Aiko bajó por las escaleras, seguida por Yumi que se aferró de la baranda intentando no caer. Al bajar, vieron una luz que provenía de el gran comedor, arriba de un mostrador, se hallaban un montón de platos deliciosos y exóticos. En una esquina, se encontraba una gran mesa donde se podía ver a Sakura, Chojiro, Chika, a un lado estaba Akane con su vista en un libro. - ¡Buenas Noches!- Aiko Saludó con una torpe reverencia y una gigantesca sonrisa, correspondida por su tía, Chika. Yumi se rió por lo bajo de su hermanita, provocando, así, que varias miradas se posaran en ella, avergonzada, Yumi se disculpó Desde el momento en que su madre había mencionado esas vacaciones todo había cambiado para ella que tenía pensado pasar su verano leyendo y recolectando insectos para ampliar su insectario. El hecho de pasar todo su tiempo con personas que solo podía diferenciar gracias a una fotografía era extraño. Sakura había intentado ilusionarla con el conocimiento de que su prima tenía su misma edad, pero eso solo empeoraba su humor. Yumi sabía que cuando se acostumbrara a todo se divertiría, pero le aterraba no saber cuánto tardaría ese proceso. Una mujer que rozaba la vejez entró en la habitación haciendo una larga y pronunciada reverencia; tenía el cabello, color castaño oscuro, recogido en un rodete, y una yukata azul marino, Yumi apeció el detalle de que tanto la familia de su tío como esa mujer llevaban el mismo color de ropa .-disculpe Chojiro-sama, pero allá fuera hay un joven que desea hablarle- La mujer lo miró un largo rato esperando a que él le respondiera -¿joven?-Preguntó Chojiro mirando por una ventana- Fukunaka-san ¿Qué desea? –preguntó desinteresado - Es el hijo de Saito-Sama- Explicó Fukunaka-san mirando a los demás. Chojiro se levantó de su asiento, y disculpándose se retiro del comedor. Las niñas se sentaron, mientras que Sakura y Chika platicaban animadas. Aiko miraba los platos de comida enfrente suyo, mientras que Yumi, no hacia más que reflexionar sobre lo que había dicho su prima anteriormente... ¿qué significaban esas palabras? ya estaba decidido, se lo contaría a su hermana en cuanto se fueran a sus dormitorios. Al terminar de cenar, subieron acompañadas de Fukunaka-san, una amable mucama que les nombró algunas habitaciones de la enorme mansión, y les contó alguna que otra historia inquietante sobre el lugar. Dejándoles unas cuantas velas a cada una se marchó diciéndoles que se durmieran pronto. -Aiko... ¿Podría hablar contigo un momento? - Preguntó la chica tímidamente -¿De qué?-interrogó la nombrada - tú... te acuerdas si alguna vez nuestro padre mencionó algo sobre…-Yumi no pudo terminar de hablar ya que su hermana la cortó. - No... ni siquiera nombró a su familia...- Aiko observó los profundos ojos de su hermana - Si… ¿es extraño no crees?- Dijo evitando su mirada - Puede ser... ¿Quieres que mañana recorramos este lugar? - Si, pero tendremos que llevar pan, tu sabes... como Hansel y Gretel para no perdernos- Yumi y Aiko se rieron un rato con la idea - ¡Hasta luego Yumi!- se despidió Aiko alegremente - ¡Adiós! Yumi se fue a lo que ahora sería su cuarto, y se durmió profundamente. Los rayos de sol entraban por las rendijas de la ventana, dándole un aspecto mas vivo a la habitación. Yumi abrió lentamente sus ojos, acostumbrándolos a la luz. Lo primero que logró visualizar fue una bandeja de plata, que contenía un libro y una taza de té, Intentó tomar el libro, pero una mano la detuvo, Miró expectante hacia arriba encontrándose con la brillante sonrisa de su hermana que llevaba puesto un costoso kimono color esmeralda -¡como duermes! Mira, desayuna rápido y ponte algo lindo, que iremos a conocer lugares, ¿si? Te espero afuera -¡Sí! - Se apresuró a decir Yumi, Viendo como su hermana salía por la puerta de su habitación. Revisó toda su ropa, quedando conforme con un kimono color celeste con bordados azules, el obi era de un color celeste muy claro y tenía unas pequeñas gotas azuladas y unas formas que daban la impresión de un océano inquieto. Al salir de su habitación vio a Aiko recostada sobra la pared silbando una canción. Al bajar se encontraron con un elegante Chojiro y un hombre de mediana edad, más bien alto que las saludó de muy buena forma, diciendo que lo llamaran Saito. Caminaron hasta llegar a una espléndida limosina blanca, donde Saito enseñó que entraran. El camino fue muy divertido para todos, Aiko y Yumi se subieron al techo del automóvil para visualizar mejor el hermoso paisaje y respirar el aire puro que provenía de los bosques, mientras los mayores bebían copitas de sake y Akane miraba por su ventanilla. Frenaron en un restaurante de comida tradicional. Después de sentarse en una mesa, Saito comenzó a hablar de política y continúo hablando de su empresa mientras las niñas se aburrían sobremanera, excepto Akane, que leía un libro silenciosamente. -Niñas, pueden ir afuera si quieren- dijo Sakura dirigiéndose hacia Yumi y Aiko- ¿No crees Chika-san? -Sí, Akane-kun... ve por favor-Dijo Chika sonriendo a Akane, que se levanto y siguió sin hacer un solo ruido a sus primas Ya afuera, las niñas se sentaron cada una en un banco un tanto alejadas de los clientes del restaurante -¿Akane-san, tu sabes quién es Saito?- preguntó Aiko seriamente y Yumi la miró sorprendida Akane pareció vacilar antes de contestar a su pregunta -Trabajaba con Chojiro y tu padre, según lo que escuché- observó detenidamente a Aiko- y no te equivocas, no quieren que escuchemos su conversación Aiko abrió los ojos de par en par-¡¿cómo lo sabes?!-exclamo mientras un par de chismosos se fijaban en ella Yumi no entendía nada, y sintió que la dejaban de lado, debía decir algo para estar dentro de esa conversación Las miradas se apartaron de Aiko en cuanto calló y Akane, sin decir más, siguió con su lectura, Yumi se acerco hacia Aiko y en su oído murmuró: -no entendí Aiko-chan... ¿podrías explicarme lo que ha dicho?- Aiko todavía algo exaltada le explicó sus pensamientos y Yumi compartió su opinión: los adultos de algo importante hablaban y no querían que lo supieran Akane, fastidiada, les dijo a sus primas que podrían escuchar la conversación desde afuera, pero tomaban el riesgo de ser vistas fácilmente. Las niñas se sonrieron, los desafíos eran su mejor pasatiempo. ------------------------ Fin del primer capítulo. Esta historia fue recientemente corregida y mejorada (2014)

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