Grageas de Papa

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viernes, 9 de octubre de 2009

La Flauta, un cuento japonés


Terminé de leer el libro "Cuentos de Hadas Japoneses" y me doy cuenta de lo importantes que son para mi unos buenos escritos sádicos, los busco ya de forma inconsciente. Mientras recoría el índice con la vista, buscando seguramente algún nombre extraño me dícuenta de mi desesperación. ¡Hacía meses que no leía algo bien triste... algo bien masoquista! Y acá les traigo un cuento que me gustó mucho...

La Flauta
Hace mucho tiempo, vivía en Yedo un caballero de noble linaje y gran honestidad. Su esposa era una dama gentil y cariñosa. Para su desgracia, ella no le había dado hijos varones, aunque si le dio una hija, a la que llamaron O´Yoné, que significa “Arroz espigado”. Ambos amaban a la pequeña más que su vida y la cuidaban como a su mas preciado tesoro. La niña creció con salud: sus ojos se volvieron rasgados y hermosos, y su figura era esbelta como el bambú verde.
Durante el otoño en el que O´Yoné tenía doce años, su madre cayó enferma. Y cuando llegó la época en que las hojas rojas de los arces se marchitan, ya había muerto y su cuerpo amortajado fue entregado a la tierra. El dolor volvía loco al padre de O´Yoné. Gritaba, se golpeaba el pecho, se revolcaba sobre la tierra y no aceptaba compasión ni ayuda; durante muchos días no rompió su ayuno ni su vigilia. La pequeña se mantenía en silencio.
El tiempo pasó. El caballero tuvo que volver, por fuerza a sus negocios. Cayeron las nieves del invierno, cubrieron la tumba de su esposa. El angosto sendero que iba de la casa hasta el lugar donde reposaba el cuerpo de la difunta estaba también cubierto de nieve blanquísima, en la que brillaban las delicadas huellas de las sandalias de una niña.
Cuando llegó la primavera, el caballero salió para ver los cerezos en flor y comenzó a recuperar la alegría. Escribió un poema sobre papel dorado y lo colgó de una rama de cerezo, para que ondeara al viento. El poema era una oda a la primavera y al sake. Poco después, plantó el lirio naranja del olvido y no volvió a pensar en su esposa. Pero la pequeña O´Yoné no olvidaba.
Antes de acabar el año, el caballero trajo a casa una nueva esposa, una mujer de tan bello rostro como negro corazón. Pero el caballero, pobre infeliz, se sentía contento y la presentó a su hija, creyendo que había traído una nueva madre al hogar.
Debido a que el caballero quería con locura a O´Yoné, su madrastra, llena de celos y de un odio mortal, la aborrecía. Cada día se comportaba con la niña de forma cruel y la paciencia y bondad de la chiquilla la irritaban aun más. Pero la presencia del padre impedía que le causara algún daño grave, así que aguardó, esperando que llegara la ocasión. O´Yoné pasaba los dias atormentada, con un miedo terrible, pero no decía nada a su padre. Así son los niños.
Al cabo de cierto tiempo, ocurrió que el caballero se vio obligado a emprender un viaje de negocios a una lejana ciudad. La ciudad era Kioto, a una distancia de varios días de Yedo, a caballo, y de muchos días a pie. Pero el caballero debía ir y quedarse tres lunas o tal vez más, así que hizo todo lo necesario para él y los sirvientes que iban a acompañarle.
Y llegó la última noche antes del amanecer en el que tenía que partir. Llamó a O´Yoné y le dijo:
-Ven aquí, hijita mía adorada
O´Yoné se arrodilló ante él.
-¿Qué regalo quieres que te traiga de Kioto?- le preguntó su padre.
Ella agachó la cabeza y no contestó.
-Responde, no seas maleducada- dijo el caballero- ¿Quieres una abanico dorado o una pieza de seda? ¿Tal vez quieras un nuevo obi de brocado rojo? ¿O acaso una gran raqueta con dibujos?
Entonces la niña se puso a llorar amargamente y el caballero la puso sobre sus rodillas para serenarla. Pero ella ocultó el rostro entre las mangas de su vestido, y lloró como si su corazón se rompiera.
-¡Oh, padre!- sollozó- ¡No te vayas!¡No te vayas!
-Eso no puede ser, niña mía, debo marchar –respondió él- pero pronto volveré, tan pronto qué, cuando aún parezca que acabo de irme, ya estaré de vuelta con hermosos regalos para ti.
-Padre, llévame contigo –rogó la pequeña.
-¡Oh no!, es un viaje demasiado largo para una niña. ¿Caminarías con tus delicados piececitos, mi pequeña peregrina, o acaso montarías a caballo? ¿Y cómo comerías en las fondas de Kioto? No, preciosa mía, quédate; es ran sólo poco tiempo; tu querida madre estará contigo.
Ella se estremeció en sus brazos.
-Padre, si te vas, nunca volverás a verme.
El padre sintió entonces un escalofrío que lo hizo vacilar. Pero no le prestó demasiada atención. ¡Cómo! ¿Acaso él, un hombre adulto y fuerte, debía dejarse influenciar por las fantasías de una niña? Puso a O´Yoné en el suelo y la niña se fue, silenciosa como una sombra. Por la mañana, antes de la salida del sol, la pequeña se acercó a él; llevaba en la mano una pequeña flauta de bambú, suavemente pulida.
- La he hecho yo –dijo- con un bambú del campo que hay detrás de nuestro jardín. La hice para ti. Ya que no puedes llevarme contigo, llévate esta pequeña flauta, honorable padre. Tócala de vez en cuando y, cuando lo hagas, piensa en mí.
La niña envolvió el instrumento en un pañuelo de seda blanca y roja, lo ató con un cordel escarlata y se lo entregó a su padre, quien lo guardó en su manga. Poco después partió de camino a Kioto. Mientras se alejaba, se giró tres veces y contempló a su hija que permanecía de pie en la puerta, mirándole, hasta que en una curva del camino ya no pudo verla.
La ciudad de Kioto era grande y hermosa: así fue como la encontró el padre de O´Yoné, quien durante el día permanecía enfrascado en sus negocios, al atardecer se divertía, y dormía profundamente por la noche. De esta manera los días pasaron alegremente y pocas veces se acordaba de Yedo, de su casa o de su hija. Transcurrieron dos lunas, y luego tres, y el caballero no tenía ninguna intención de regresar aún a casa.
Una noche se estaba preparando para asistir a una gran cena con sus amigos. Mientras buscaba una hakama de seda que había pensado llevar para el banquete, encontró la pequeña flauta, que había permanecido escondida todo este tiempo en las mangas de su ropa de viaje. La sacó del pañuelo rojo y blanco y, al hacerlo, sintió un gélido escalofrío que le encogió el corazón. Se inclinó sobre las brasas de carbón; se sentía como en un sueño irreal. Acercó la flauta a sus labios y, de repente, del instrumento salió un largo y agudo lamento.
Arrojó precipitadamente la flauta sobre la estera y llamó a su sirviente para decirle que no iba a salir aquella noche. No se encontraba bien y quería estar solo.
Pasado un buen rato, volvió a coger la flauta sobre la estera y llamó a su sirviente para decirle que no iba a salir aquella noche. No se encontraba bien y quería estar solo. Pasado un buen rato volvió a coger la flauta. De nuevo aquel largo, melancólico quejido. Temblando de pies a cabeza se atrevió a tocar “Regresa a Yedo… regresa a Yedo... ¡Padre! ¡Padre!” La vibrante voz infantil fue elevándose hasta convertirse en un agudo chillido y luego se quebró. Un terrible presentimiento se apoderó del caballero, que poco a poco fue transformándose en horror. Salió de la casa y de la ciudad es toda prisa; viajó noche y día, sin pararse a comer o dormir. Tan pálido y desencajado estaba que la gente que lo veía lo tomaba por un loco y huía de él; los más piadosos sentían lástima, pues le creían víctima de los dioses. Al fin llegó al término de su viaje, sucio a causa del largo trayecto, con los pies ensangrentados y medio muerto de cansancio.
Encontró a su esposa en la puerta.
-¿Dónde está la niña? –preguntó el caballero.
-¿La niña…? –dijo ella
-¡Sí, la niña! ¡Mi niña!... ¿Dónde está? –gritó muy furioso
La mujer rió
-Mi señor ¿Cómo voy a saberlo? Estará entre sus libros, o en el jardín, o tal vez dormida. Quizá haya ido a jugar con sus amigos, o…
-¡Basta, ya es suficiente! –gritó él-. Vamos, ¿dónde está mi niña?
La mujer se asustó y dijo, mirándole con los ojos muy abiertos:
- En el campo de bambú.
El caballero salió raudo y buscó a O´Yoné por entre los verdes bambús, pero no consiguió encontrarla. La llamó: “¡O´Yoné, O´Yoné!”. Y gritó de nuevo “¡O´Yoné, O´Yoné!”, pero no obtuvo respuesta; tan sólo el viento suspiraba a través de las secas hojas de bambú. Entonces buscó en su manga y extrajo la pequeña flauta y se la puso delicadamente sobre los labios. El instrumento emitió un sonido apagado, un sordo suspiro. Y entonces habló una voz, fina y lastimosa:
“Padre, mi querido padre; mi perversa madrastra me mató hace ya tres lunas. Me enterró en el claro del campo de bambú. Tal vez encuentres mis huesos. En cuanto a mí, nunca volverás a verme… nunca volverás a verme…”
El caballero hizo justicia con su espada de doble filo y mató a la malvada esposa, vengando la muerte de su inocente hija. Se vistió entonces con una basta tela blanca y se ciñó un sombrero que ocultaba su rostro. Tomó un bastón y un abrigo de paja, se calzó unas sandalias y de este modo marchó en peregrinación por los lugares sagrados de Japón.
Y siempre llevó consigo la pequeña flauta en un pliegue de sus ropas, sobre su pecho.

FIN

"La Flauta" del libro "Cuentos de Hadas Japoneses", de la editorial Magoria tipeado por mi.

-PAPA-

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domingo, 4 de enero de 2009

Los Taira. Capítulo 2 final

*Los Taira. Capítulo 2 Hola, bueno quiero aclarar en este, que es el segundo episodio de "LOS TAIRA", que yo pensaba hacer mas largo este cuento, y la fecha de entrega me tomo por sorpresa, cambiando lo que tenía planeado, por lo que puede estar medio rarito al final... 

He aquí el ultimo capítulo....


               Capitulo 2:

 


 El sol se elevaba sobre el azul del mar, mientras que a un costado se podía observar un laberinto de árboles que desembocaban en un gran restaurante de madera con grandes ventanales de vidrio que iban del suelo a la cubierta.

Aiko estaba acuclillada sobre las flores mientras que Yumi aguzaba el oído ante el angosto trozo de madera que se hacia llamar puerta.

Yumi debió esperar unos segundos para que sus oídos se acostumbraran al ruido que se oía dentro del restaurante.

-         Les pido que por favor reconsideren la oferta –habló una voz ronca

-         Con todo respeto Saito-san, rechazo su oferta, esa casa me trae muy gratos recuerdos y además es una costumbre de la familia proveerla a nuestros descendientes – dijo una voz firme pero amable, era Chojiro.

Yumi no logró escuchar más, supuso que habían tomado silencio

-Yumi, ¡Yumi! ¿Qué han dicho?- Susurro su hermana en su oído al notar que  se separaba de la puerta trasera

Yumi, algo perturbada le hizo un gesto a Aiko para que hiciera silencio y otro para que la siguiera.

  Cuando llegaron al lugar donde se encontraban antes, Yumi le contó a su hermana lo que había escuchado, pero Akane no dio muestras de interés diciendo que no deberían entrometerse en cosas privadas.

-         ¿Crees que se refería a la mansión?¿para que la querrá?-preguntó ansiosa Aiko

-         Si, eso es seguro, pero tu me interrumpiste, no puedo saber para que la quiere-aseguró Yumi de mala gana

-         ¿Y como iba a saber yo que todavía seguían conversando?- dijo Aiko malhumorada

Yumi admitió que la que estaba escuchando era ella, y  no su hermana y ofreció su cuaderno de apuntes (el que llevaba en cada viaje desde que tenía memoria) para anotar las razones por las cuales Kio podía querer la mansión.

La página decía lo siguiente:

RAZONES DE KIO PARA QUERER LA MANSIÓN:

-         Porque quiere filmar una película de terror

-         Porque quiere tenerla para parecer mas extravagante

-         Porque esta de moda

-         Porque le gustan las mansiones

-         Porque quiere vivir ahí

-         Porque esta loco

-         Porque le cae mal Chojiro y quiere sacarle su mayor propiedad

-         Porque le caía mal papá

-         Porque le gustan las antigüedades que contiene esa mansión

-         Porque contiene un extraño par de ojos negros 

Al escribir el ultimo Aiko se hecho a reír preguntando de que se trataba eso, Yumi le explicó el hecho de creer haber visto un par de ojos antes de bajar a cenar y ella se lo tomó con mucha gracia. Akane se sumó a la conversación diciendo que eso es producto de la idiotez.

Yumi se avergonzó y se sumió en un silencio ofendido y a la vez avergonzado esperando que alguien lo pasara por alto, y cambiara de tema. Pero ninguna de las dos lo hizo. Vieron salir del restaurante a kio y compañía.

El viaje a su casa fue lento y sinuoso para todos, a excepción de Aiko que dormía.

Al llegar a su casa Yumi se sumergió en las aguas hirvientes de una bañera y al terminar de bañarse,  encontró sobre su cama el libro de matemáticas que le había dejado su hermana la mañana de ese mismo día, Yumi lo ojeó: contenía cientos de ejercicios muy difíciles…  para ella, que no compendia esa materia. Se tumbo sobre su cama y comenzó a rememorar todo lo que había pasado en esa corta semana; en primer lugar, una compañera de clase con la que no había entablado ningún tipo de relación declaró que estaba avergonzada de lo que pensaba anteriormente de Yumi, y le pidió disculpas casi de rodillas. Eso fue en verdad muy extraño, pero a Yumi le pareció muy tierna y sincera la forma en que dijo todo, y decidió corresponder a su sinceridad y la perdonó por su manera de actuar. En el mismo día su madre les reveló, a ella y a Aiko,  la identidad de su tío. Si bien sabían que su padre tenía un hermano nunca habían hablado sobre el tema. Su madre les dijo que Chojiro tuvo una pelea con toda su familia y se mudó de su hogar, cuando todavía Akane no nacía -Aiko estaba muy reacia a todo lo que tuviera que ver con su padre por lo que solo se quedo mirando el piso mientras apretaba sus puños con fuerza- Sakura explicó que Chojiro había sufrido mucho, y que ahora era el turno de que las cosas se equilibraran “Ahora chicas, prepárense porque iremos al campo a pasar nuestras vacaciones de verano junto a ellos”

-Yumi pensó horas después que su madre había obrado mal al decir “ellos” por que eso los hacia dos grupos muy apartados.

Yumi notó que Aiko temblaba ligeramente y la miró preocupada. Ella se giró hacia Sakura, y con sus ojos color rojo dijo que no pensaba ir y se largó de allí como un rayo.-

Yumi reflexionó, Aiko se había pasado de verdad, su madre había pasado todo el día murmurando insultos, la había hecho enojar como nunca. Aunque por una parte se sonreía, esta vez ella no era la problemática.

Yumi se estremeció al recordar que su madre había andado tantas horas caminando como un zombi, profiriendo insultos, y golpeando puertas cuando era necesario.

-         De algún lado salimos nosotras…y nos dice dramáticas a sus hijas, ¡que compartimos su sangre! …- murmuró La niña mientras se levantaba de su cama para ponerse su pijama verde con gatitos que tanto apreciaba.

  

En la mañana siguiente….

Un hombre de rostro delgado, poseedor de unos ojos tan oscuros como la noche se encaminaba hacia la vivienda de su hijo.

Pero una voz a sus espaldas lo hizo parar en seco

-         No me extrañaría que este durmiendo a pierna suelta para descansar de su juerga de anoche

Se volteó para encontrarse con una joven que lo miró a los ojos sin escabullir su mirada; cualquier chiquilla hubiera mirado al suelo, avergonzada por su estupidez. Una interrogante se formó en su cabeza, pero la dejó pasar y siguió su recorrido interrumpido.

Se impacientó al notar que su hijo no aparecía, y se decidió a llamarlo por al móvil. Se cansó de escuchar el incesante “…tu…tu…” que indicaba que no había nadie detrás del teléfono. Notó de nuevo la presencia de la joven, pero esta vez no se volteó a mirarla, si no que siguió con lo suyo, así la cría se cansaría y se iría.

-¿Usted sabe como es su hijo?- el hombre no respondió

- Veo que no lo sabe, bueno le diré yo como es, Saito-san o mejor, le diré lo que el piensa sobre usted- la muchacha hizo una pausa, lo miró a los ojos y con satisfacción comprobó que Saito Kio estaba confundido. Kio recobró la compostura para preguntar

- ¿Quien eres? ¿Qué crees saber mejor que yo sobre Raidon?

- Mi nombre es Hana- una sonrisa se pinto en su rostro- no se mucho sobre Raidon-san, solo lo imprescindible, cosas que tu ignoras

Kio se exasperó y comenzó a mover la cabeza en un signo negativo

-         Me marcho- demandó

-         Adiós- Kio se sorprendió de que la niña no intentara detenerlo, pero no le dio importancia, estaba demasiado ocupado en sus pensamientos

 

-         Así que ese es tu nombre… ¡Saito Raidon! Akane-san me ayudará en esto…- dijo para si la niña eufórica, al comprobar que su táctica había dado resultado

 

En la mansión Taira…

-         ¡Mira Yumi! Aquí hay retratos… - decía una emocionada Aiko ante una gran caja

Las dos niñas se encontraban en una habitación bastante estrecha y desordenada, en el piso se encontraban desparramados cientos de cajas, papeles, periódicos, sobres y otras cosas.

Llevaban toda la mañana inspeccionando las habitaciones y todavía estaban en el primer piso.

-         Genial, ¡déjame ver!- dijo Yumi acercándose al revoltijo de fotografías dentro de el cajón. – mira… estas no son tan viejas- dijo tomando una en particular.

La fotografía que sostenía en la mano mostraba a dos niños sonrientes ataviados con kimonos ceremoniales, las niñas se miraron entre si sorprendidas; ¡esos dos eran Chojiro y Kenji!

Corrieron hasta encontrarse con Akane junto a una muchacha un tanto mas grande, pero no les importó, Aiko tomó a Akane por la muñeca y la llevó arrastras. Entraron a la habitación desordenada y Akane se soltó del agarre mientras levantaba una ceja interrogativa. Yumi se dirigió hacia la caja sintiendo como su corazón se aceleraba, dentro de esa caja estarían todos los recuerdos de su padre junto a su familia. Se encaminó hacia Akane, que había cambiado su expresión y parecía comprender de qué se trataba todo eso, y dejó en el piso lo que llevaba en brazos. Aiko buscó la mirada de Yumi mientras le indicaba a Akane que se acercara, a lo que Akane obedeció. Las tres niñas sacaron tres objetos de la caja con nerviosismo. Yumi miró que lo que había tomado era también una fotografía, pero esta vez se mostraba la familia entera.

-         ¡esto es en el templo Meiji! Parece ser la boda de alguna prima de nuestros abuelos…-decía ella entusiasmada- mira Akane, acá están Chojiro y Nuestro padre…- dijo de una forma mas triste

-mira Yumi…- dijo Aiko amargamente y le dio una fotografía

Yumi observó a cuatro niños vestidos elegantemente, pudo ver a dos niñas de pelo negro y a su padre y tío de unos 6 años de edad. Las dos niñas apenas sonreían, pero se podía notar que eran muy bonitas,  en cuanto a Chojiro y Kenji estaban completamente desinteresados en sacarse una fotografía.

Yumi observó en silencio y se preguntó si la niña de mirada perdida era Chika, posó su vista en la otra niña que se veía completamente inofensiva, con las mejillas sonrosadas y mirada traviesa que estaba al lado de su padre, esa era su prometida.

-¿Qué sucedió con ella?- pregunto Yumi curiosa

- ¿Cuándo Kenji-san se fue?- preguntó Akane con una media sonrisa- se casó con Chojiro y me tuvieron a mi, ella es mi madre

Las dos hermanas abrieron los ojos de la sorpresa y rieron divertidas.

La verdad es que sus abuelos habían comprometido a Kenji con Chika, quien estaba enamorada secretamente de Chojiro y Kenji, por otro lado no podía pensar en otra que no fuera Sakura, una amiga de la infancia, y viendo que su familia no aceptaba esa relación, se escapó junto a ella.

Después de ver todas las fotografías fueron al living encontrando a Chika conversando con la acompañante de Akane.

-¡Akane! ¡Me dejaste sola!- le espetó

- Lo siento- dijo simplemente Akane

- Tengo que terminar de decirte…

- si, Vamos Hana- respondió Akane a la chica llamada Hana y juntas se dirigieron al segundo piso.

Aiko miró a Yumi sonriente y su hermana le correspondió la sonrisa, feliz de que su prima comience a ser más amable con ellas.

Así los días pasaron y las tres niñas recorrían juntas las habitaciones de la mansión y se deleitaban encontrando objetos antiguos y extraños aunque solo en el día, porque a partir de las seis de la tarde la mansión empezaba a oscurecer y a veces Aiko contaba historias de terror, algo que lamentaba Yumi, al no poder pegar un ojo.

Pero un sábado por la mañana...

Yumi bajó a desayunar tal como todos los días, seguida por Aiko que se deslizó por la baranda de la escalera como se le había hecho costumbre en esas semanas. Vieron sentada en un cojín de la mesa a Hana, la amiga de Akane, cosa que no les extraño ya que se habían acostumbrado a su presencia. Ahí también estaba Chojiro, Chika, Sakura Y Akane tomando té, cuando alguien golpeó la puerta y Kazuyo fue a abrirla.

-         Chojiro-sama, Saito-san quiere hablar con usted- dijo ella haciendo una reverencia

-         Hazlo pasar entonces, Kazuyo-chan

Saito Kio entró a la residencia y Hana empalideció, pero enseguida recuperó su color natural para hacer una reverencia hacia Kio, quien la miró sin saber quien era.

-         Buenos días, siento interrumpirlos-dijo el

-         Buenos días, no hay ningún problema-respondió Chojiro haciendo un ademán para que se sentara a la mesa, Kazuyo inmediatamente le llevó el desayuno. 

-         Buenos días Saito-san, ¿se acuerda de mi? Soy Hana- dijo ya calmada la muchacha

Kio recordó el incidente con su hijo y a esa molesta niña que no lo dejaba en paz.

-         si- respondió secamente Kio

Hana no dijo nada mas, por lo que en la mesa todo era silencio.

-         Chojiro-san… necesito que me la vendas por favor- dijo repentinamente Kio sobresaltando a Yumi que estaba sumida en sus pensamientos

-         ¿qué?- preguntó él sorprendido

-         Yo… te ofrezco la cantidad de dinero que quieras, automóviles, lo que sea, solo quiero esta mansión- dijo en forma de súplica

-         Kio-san lo siento, pero no le venderé esta mansión, ha pertenecido a mi familia por siglos, ¿Por qué le interesa tanto?- Chojiro se negó nuevamente

Kio vaciló antes de contestar a su pregunta

-         ¿Qué me dices si te digo que tu hermano aún no descansa?

Chojiro levantó un poco sus cejas, no había entendido lo que ese hombre había intentado decirle. Kio carraspeó e intentó decirle de una forma más entendible

-         La respuesta a tu pregunta es que tu hermano aún no descansa, es decir que sigue rondando el mundo de los vivos- Sakura lanzó un grito ahogado y Chojiro habló con sarcasmo:

-         ¿tiene algún asunto pendiente?

-         Claro que sí, de hecho tiene que ver en parte contigo- explicó Kio haciendo caso omiso al tono sarcástico de Chojiro

Chojiro se quedó en silencio tal vez considerando que podría ser verdad, mientras Aiko clavaba su mirada en Kio. Yumi estaba atenta a cualquier movimiento, pero prefería no mirar mucho a Saito por miedo a que este la mirara, como había pasado hacia unos pocos segundos.

-         y… si fuera así, ¿que tiene que ver aquí la mansión?- preguntó Chojiro

-         Es que el esta aquí- Kio hizo una pausa- ¿Qué dices? ¿Me dejarás hacer lo que deseo?

-         ¡Muéstramelo!- exigió Chojiro

Kio no dijo mas, caminó escaleras arriba, mientras los otros lo seguían de lejos

Saito sacó de su portafolio una especie de gelatina transparente y  al llegar frente a una habitación abrió la puerta con fuerza, encontrándose ante un par de ojos negros. El fantasma hizo ademán de irse pero Kio le lanzó la gelatina y el se plasmó allí. Yumi notó que eran los ojos que había visto anteriormente. ¡Ese que veían ante sus ojos era su padre!

-         ¿Qué quieren de mi?- dijo el fantasma

-         Que descanses

-         Eso no va ser posible, mis padres ya están muertos – dijo Kenji

Yumi notó que Aiko estaba un poco apartada, pero no le prestó atención, no podía creer lo que estaba frente a sus ojos, eso podría ser un sueño perfectamente. Nunca se imaginó en una situación parecida: Su padre, que había fallecido hacía dos años de cáncer cerebral, estaba ahí frente a sus ojos pero de una forma diferente, era transparente y de una consistencia acuosa y ¿cara? No tenía, solo unos cansinos ojos negros,  flotaba en una masa gelatinosa en medio de la habitación.

Aiko estaba muy apartada del resto, se sentía amargamente triste, eso no era verdad, su padre había muerto, ¿que clase de excusa era esa? Chojiro no podía creerle a ese idiota de Kio, ¿Cómo podía jugar con la muerte de Kenji?

Akane miró a su alrededor, Sakura sostenía una mano sobre sus labios entreabiertos, y una mueca de horror denotaba su espanto, Chojiro agrandaba a mas no poder sus pequeños ojos, perplejo. Chika parecía hipnotizada, y Yumi estaba tranquila a comparación de los demás. Akane buscó a Aiko con la mirada hasta hallarla en un rincón con los labios fruncidos en un gesto muy peculiar, se acercó ella, poniendo en práctica su habilidad para no hacer un solo ruido y la miró un momento, parecía a punto de llorar y una gotita de sudor surcaba su rostro. No esperó mas, la tomó por la muñeca y la puso enfrente suyo, ella emitió un grito de sorpresa y observó los ojos de Akane un poco cabizbaja. La muchacha habló con un tono duro:
-Aiko… ¿Por qué piensas que tu padre está aquí?- la niña no pudo mas y comenzó a llorar amargamente.

Yumi sintió el llanto lastimero de su hermana pero pensó simplemente que le haría bien llorar, y sin compañía.

Akane suavizó su mirada y ayudó a Aiko a sentarse en el suelo para hablar tranquilamente.

Las dos se miraron entendiendo el dolor de cada una y comenzaron a hablar.

-         Dímelo primero tú, yo te conocí en el cementerio, ¿lo recuerdas?- incitó Aiko

-         Claro que lo recuerdo, tu habías ido a escondidas a saludar a tu padre y yo…. Bueno, yo había ido por el aniversario nº 13 de la muerte de mi hermana…- dijo casi en un susurro

-         Ah… así que tenías una hermana… - dijo con muy poco tacto la niña

-         Te… explicaré: Yo debía tener una… gemela. Mi papá estaba buscando a Kenji-san desesperadamente y una anciana amiga de la familia le avisó que había visto a una pareja, la mujer era pelirroja y estaba en cinta, y el hombre era muy parecido a Kenji-san.

Mi padre no lo pensó ni un segundo y salió en busca de su hermano… mi madre estaba comenzando el noveno mes de embarazo, la verdad es que esa pareja si eran ellos, por lo que se le dificultaron tanto las cosas a Chojiro, quien se quedó mucho mas tiempo del previsto… Chika estaba en una florería con su hermana cuando rompió bolsa y en el hospital estuvieron horas porque mi madre quería que Chojiro estuviera ahí para su parto, e hizo muchísima fuerza hasta que mi hermana murió. Ya que mi hora de nacer era diferente a la de mi hermana, mi madre tubo tiempo de pensar un poco, acusarse asesina y dejarme nacer a mí… - Una lágrima solitaria rodó por el pálido rostro de Akane

Aiko estaba muda, esa historia la había impresionado y para consolarla  acarició la suave cabellera de la niña. Akane sonrió con ternura y Aiko se sorprendió de poder ver a esa niña tan fría sonreír, pero no dijo nada, seguramente Yumi se emocionaría al ver el avance. En ese momento se preguntó por Yumi pero lo olvidó al escuchar a Akane

-         Ahora es tu turno Aiko

-         Bueno- dijo tomando aire para darse ánimos – Como sabes mis padres se querían de verdad, y es una tradición de nuestro clan no aceptar otros apellidos en el árbol genealógico, por lo que mis abuelos no admitieron esa unión. Sakura y Kenji nos tuvieron a Yumi y a mí en las afueras de Japón y ahí nos criamos hasta que llegó hasta nuestros oídos la noticia de que el cabecilla del clan Taira había fallecido hacía unos pocos días y su esposa hacía ya un año que había abordado el mundo de los muertos.

Recuerdo que papá se puso muy mal, se encerró durante muchos días en los que no salía, solo mi madre le llevaba comida, porque no nos dejaba a nosotras verlo en ese estado. Yo también me puse muy mal ¿sabes? Yo lo admiraba, su corazón era tan fuerte, y su espíritu inquebrantable, yo algún día esperaba ser como él… hasta que me demostró tal cobardía. El no pudo vivir mucho de esa forma, murió y yo…- Sus ojos se le anegaron en lágrimas y no pudo continuar

-         Cálmate Aiko, no hace falta que…- Akane no pudo continuar

-         No, yo seguiré porque quiero compensar lo mas rápido que pueda el error que cometí- dijo levantando su mano- bueno… la única solución que encontré fue pensar en…revivirlo, y lo hice una semana antes de saber que iríamos, que esa casa no estaría desocupada por siempre.- Aiko terminó su relato con el rostro humedecido

Sintieron mucho bullicio y miraron hacia un lado, ya no había nadie allí, ni en la habitación donde anteriormente estaba el fantasma Taira Kenji. Corrieron escaleras abajo encontrándose a Kio y algunos de sus empleados discutiendo con Chojiro

-         No estoy muy seguro, pero lo mas acertado es que hay que demoler la mansión- dijo Kio negando con la cabeza

Aiko entendió de inmediato lo que estaba sucediendo y se sumó a la conversación

-         si, la única salida es demoler la casa…

-         ¿cómo lo sabes Aiko?- preguntó su tío sorprendido

-         Porque yo hice todo… yo lo llamé- explicó la niña

Todos se quedaron perplejos ante tal revelación y se hizo un instante de silencio en el que Yumi y Aiko intercambiaron miradas. Yumi se aproximó a Aiko quien le explico en pocas palabras lo que había estado haciendo y lo que hizo con Kenji. Yumi miró a los adultos que miraban a Aiko fijamente, ella se disculpó sabiendo que no sería suficiente, y les repitió que no había otra cosa que hacer que destruir el lugar donde fue hecho el ritual de los muertos, donde se invocaba un demonio para pedir revivirlo por un tiempo ilimitado de vida a cambio de un poco de tu sangre y el cuerpo del difunto. Saito Kio y Taira Chojiro estuvieron largo tiempo discutiendo, Chojiro defendía su tradición familiar y Kio los derechos de Kenji. Al fin se decidieron por demolerla, cosa que a todos les dio mucha tristeza.

Después de unas horas ya todo estaba preparado, pero Sakura, Chika y las niñas habían ido a tomar té para poder hablar y pensar.

Sakura estaba enfadada con Aiko, después de todo, no solo había arruinado las vacaciones y destruido la mansión que hacia siglos existía, si no que también había profanado el sueño de un difunto, y no cualquiera era su propio padre, al ser al que le debía la vida.

Yumi, Aiko y Akane estaban hablando tranquilamente mientras jugaban al ajedrez, en realidad las que jugaban eran Yumi y Akane, Aiko observaba.

-         ¿Nos seguiremos viendo?- preguntó Yumi moviendo un alfil blanco

-           Claro que sí- dijo sonriendo al matar con un peón al alfil, llegando a la última línea del tablero

Yumi gruño y le concedió a Akane el cambio del peón, cuando ya se promovió el peón a torre Yumi continuó hablando

-entonces nos veremos, ¡es grandioso!- exclamó

- ¡sí, nos veremos!- repitió Aiko

-Exacto- siseó Akane al posar un peón por encima del rey

Yumi y Aiko maldijeron por lo bajo y volvieron a sus asuntos

 

                                    FIN

*Quiero aclarar que esto es creación mia, y que no hubo tiempo para corregirlo... y gané una pequeña medalla. Espero que les haya gustado...

Papa

 

 

 

viernes, 12 de diciembre de 2008

Los Taira. Capítulo 1

Hola! dejo el primer capítulo de un cuento que escribí para un concurso escolar en el 2009. "Los Taira" Capitulo 1: Una muchacha de unos 14 años entraba erguida a una habitación desprolija. Sus cabellos, color rojo oscuro, le llegaban a la altura de los hombros, y sus ojos azules miraban a una niña pelirroja de ojos negros que se encontraba debajo de un montículo de papeles, despeinada. Dando la impresión de que hasta hace unos segundos se había estado revolcando por el suelo hasta conseguir que un montón de papeles cayeran sobre ella desde el escritorio. -¿Aiko? La muchacha se incorporó rápidamente del suelo -No deberías estar aquí, papá se enojaría...-La muchacha comenzó hablar pero Aiko, su hermanita de siete años, la interrumpió. - ¡Papá no esta! ¿O lo ves por algún lado? – gritó la niña enfadada y posó su mano sobre el pomo de la puerta – a veces pareces idiota, Yumi. - Ordena la habitación-dijo tranquilamente Yumi saliendo a un angosto pasillo en el que se encontraba su hermana pequeña, observando desde allí la sala de estudio de su padre, siempre tan pulcra, convertida en un verdadero desorden. El pasillo, dividido por una puerta corrediza, comunicaba a una sala donde se podía apreciar a una mujer muy bella sentada sobre un cojín. Su mirada triste se alojaba sobre la puerta, donde lograba ver claramente a sus hijas. La mujer vestía un hermoso kimono color bordó que hacia juego con sus cabellos. Con un retraso de media hora, Yumi se presentó por la puerta haciendo una reverencia seguida por Aiko, que a diferencia de su hermana dijo -Lamento la demora, madre - bajó su cabeza de manera que sus palabras apenas se oyeron. Su madre esbozó una cálida sonrisa - No importa, ahora debemos irnos- levantándose de su asiento dijo- ¿prepararon sus cosas ya? -¡si!- Aiko y Yumi respondieron al unísono, complacidas por la tranquilidad de su madre. Olvidándose de su pequeña discusión subieron las escaleras que las conducirían a sus habitaciones y tomaron las maletas, atropellándose con todo lo que se interponía en su camino. Su madre las esperaba abajo algo sobresaltada por los estruendosos ruidos que se oían. Mientras esperaban un taxi, Aiko con una gran sonrisa saludaba a las personas que transitaban por la acera, mientras que Yumi, victima de la vergüenza, se escondía detrás de su libro de ilustraciones. Luego de unos minutos, que se le antojaron horas a Yumi, llegó el dichoso taxi que después de dos horas de viaje, las dejó a un costado de un frondoso bosque siguiendo las pistas de un camino ya borrado, solamente indicado con piedras En frente suyo se hallaba una enorme mansión con grandes y hermosas estatuas fabricadas en el siglo XIX, según indicaba en sus placas. La mansión tenía un aspecto bastante descuidado, le faltaban algunas tejas, sin contar que las escaleras rechinaban y que todo estaba repleto de tierra. La madre de Aiko y Yumi se detuvo frente a la puerta de entrada, golpeando con su puño tres veces. La puerta se abrió de par en par, dejando ver a un hombre de unos 50 años sonriendo, complacido. - ¡Bienvenida Sakura-san! ¡Y estas preciosas niñas deben de ser tus hijas!- Las niñas se miraron entre si, algo confundidas. Siempre creyeron que su tío era alguien de muy mal carácter. - Buenos días Chojiro-San, Me alegra mucho Verte, ¿Hace cuanto que están aquí?- preguntó algo preocupada Sakura - Hace tan solo una hora que hemos llegado, no te preocupes- sonrió Chojiro, invitándolas a pasar con un gesto de la mano derecha-Acompáñenme, les presentaré a mi familia. El lugar se encontraba regado por la luz del sol que se filtraba por las ventanas. El recinto se hallaba colmado de cuadros, lámparas, espejos, escaleras, y otros objetos de mucha antigüedad. Chojiro las condujo hacia una habitación donde se encontraban una mujer de cabellos negros, y una niña de la edad de Yumi de tez muy blanca y ojos negros. Sakura había intentado convencer a Yumi con la idea de que habría una niña de su edad y no estaría tan sola, pero lo que ella no sabía es que eso no la tranquilizaba, al contrario. A Yumi le costaba mucho relacionarse con los demás. -Ella es mi esposa Chika y mi hija Akane-chan- Chika llevaba una yukata de color azul marino, y su hija una de igual color. Akane hizo una leve reverencia y Chika sonrió alegre -Un gusto conocerte Chika-san -expresó Sakura con cortesía- y a ti también Akane-san, ellas son mis hijas, Yumi y Aiko. -El gusto es mío, Sakura-san -pronunció Chika mientras que Akane hacía otra reverencia esta vez más pronunciada -Bueno Akane, enséñales su habitación a las niñas mientras Chika y yo le mostramos la suya a Sakura-san- Dijo Chojiro dándole una cariñosa palmadita en el hombro a su hija. Sin decir nada Akane acompañó a las niñas a sus habitaciones en silencio, una palabra desconocida para Aiko, que conversó con Yumi sobre manga, dándole ocasionales miradas a Akane con intriga. Akane se detuvo frente a una habitación y anunció: - Esta habitación es de la menor...Buenas Tardes- indicó secamente y siguió el recorrido. Yumi se apresuró a seguirla. Hicieron la mitad del transcurso en silencio hasta que notó que debía romperlo. -Entonces... ¿somos primas no?- el rubor se apoderó de sus mejillas, antes blancas. Akane no contestó, y dirigiéndose hacia una habitación informó en un tono seco: -Esta es tuya- Y agregó suavemente-Las palabras, y aún más las preguntas, son valiosas. Escógelas con cuidado. Buenas tardes -¡NO! Espera por favor...-Gritó Yumi algo impresionada por el trato que recibía por parte de su prima. -¿qué quieres?-Akane dio media vuelta para encontrarse con su prima, ahora roja de la vergüenza. -Yo...yo quiero...yo...-alcanzo a musitar Yumi ante la mirada asesina de su prima - dime- dijo Akane saboreando la situación - yo... yo quiero saber... por que me...me tratas de esta manera...- miró el suelo, conciente de que la mirada de su prima estaba clavada en ella - Tú… tu no tienes la más mínima idea de lo que hemos pasado todo este tiempo - Akane se fue de la habitación sin dejarle tiempo a Yumi de replicar. La habitación era de color blanco con algunas flores de color violeta dispuestas de forma horizontal. Tenía una cama con dosel al tono y un escritorio con una pequeña lámpara color celeste. Sobre la cama, descansaba una yukata lavanda con unas delgadas rallas negras, encima de ella, había un cartelito que solicitaba: “Esta prenda deberás usarla para cenar a las 09:15” La muchacha releyó la nota varias veces, se puso la yukata y sorprendida notó que era de su talle. Observó la hora de su reloj de mano. Eran las 8:20, ¿qué haría durante ese tiempo?, la casa era demasiado grande y no podría salir de la habitación sin perderse, de eso estaba segura. Detestaba ordenar su ropa, pero era lo único que le quedaba por hacer. A las 9:00 Salió de su pieza buscando la escalera que comunicaba a la sala de estar, pero era imposible. La oscuridad se había apoderado de la casa y Yumi no alcanzaba a ver ni donde pisaba. Arrastró los pies, tanteando el piso en busca de los escalones. -¿Qué haces?-Una voz a sus espaldas le hizo dar un respingo Aterrada, Yumi se volteó para hallarse ante un par de ojos negros -¿Quién...-Ella comenzó a hablar, pero ya no veía a nadie. Extrañada, miró a uno y otro lado, sin comprender, ¿lo habría imaginado? Unos apresurados pasos se oían por la escalera -¡No sabes lo grande que es esta casa!- exclamó Aiko -Me dijeron que te viniera a buscar y… ¡Y me he perdido! ¿Puedes creerlo?- Su amplia sonrisa se hizo entrever en la oscuridad -¡claro que puedo creerlo!- pensó Yumi sobresaltada -si... Gracias por buscarme Aiko-chan, porque no veo nada, ¿tu si?- Yumi miró algo confundida a su hermana que no respondía- ¿ves no es cierto? -¡claro!-dijo Aiko, sin dejar descansar a su orgullo Aiko bajó por las escaleras, seguida por Yumi que se aferró de la baranda intentando no caer. Al bajar, vieron una luz que provenía de el gran comedor, arriba de un mostrador, se hallaban un montón de platos deliciosos y exóticos. En una esquina, se encontraba una gran mesa donde se podía ver a Sakura, Chojiro, Chika, a un lado estaba Akane con su vista en un libro. - ¡Buenas Noches!- Aiko Saludó con una torpe reverencia y una gigantesca sonrisa, correspondida por su tía, Chika. Yumi se rió por lo bajo de su hermanita, provocando, así, que varias miradas se posaran en ella, avergonzada, Yumi se disculpó Desde el momento en que su madre había mencionado esas vacaciones todo había cambiado para ella que tenía pensado pasar su verano leyendo y recolectando insectos para ampliar su insectario. El hecho de pasar todo su tiempo con personas que solo podía diferenciar gracias a una fotografía era extraño. Sakura había intentado ilusionarla con el conocimiento de que su prima tenía su misma edad, pero eso solo empeoraba su humor. Yumi sabía que cuando se acostumbrara a todo se divertiría, pero le aterraba no saber cuánto tardaría ese proceso. Una mujer que rozaba la vejez entró en la habitación haciendo una larga y pronunciada reverencia; tenía el cabello, color castaño oscuro, recogido en un rodete, y una yukata azul marino, Yumi apeció el detalle de que tanto la familia de su tío como esa mujer llevaban el mismo color de ropa .-disculpe Chojiro-sama, pero allá fuera hay un joven que desea hablarle- La mujer lo miró un largo rato esperando a que él le respondiera -¿joven?-Preguntó Chojiro mirando por una ventana- Fukunaka-san ¿Qué desea? –preguntó desinteresado - Es el hijo de Saito-Sama- Explicó Fukunaka-san mirando a los demás. Chojiro se levantó de su asiento, y disculpándose se retiro del comedor. Las niñas se sentaron, mientras que Sakura y Chika platicaban animadas. Aiko miraba los platos de comida enfrente suyo, mientras que Yumi, no hacia más que reflexionar sobre lo que había dicho su prima anteriormente... ¿qué significaban esas palabras? ya estaba decidido, se lo contaría a su hermana en cuanto se fueran a sus dormitorios. Al terminar de cenar, subieron acompañadas de Fukunaka-san, una amable mucama que les nombró algunas habitaciones de la enorme mansión, y les contó alguna que otra historia inquietante sobre el lugar. Dejándoles unas cuantas velas a cada una se marchó diciéndoles que se durmieran pronto. -Aiko... ¿Podría hablar contigo un momento? - Preguntó la chica tímidamente -¿De qué?-interrogó la nombrada - tú... te acuerdas si alguna vez nuestro padre mencionó algo sobre…-Yumi no pudo terminar de hablar ya que su hermana la cortó. - No... ni siquiera nombró a su familia...- Aiko observó los profundos ojos de su hermana - Si… ¿es extraño no crees?- Dijo evitando su mirada - Puede ser... ¿Quieres que mañana recorramos este lugar? - Si, pero tendremos que llevar pan, tu sabes... como Hansel y Gretel para no perdernos- Yumi y Aiko se rieron un rato con la idea - ¡Hasta luego Yumi!- se despidió Aiko alegremente - ¡Adiós! Yumi se fue a lo que ahora sería su cuarto, y se durmió profundamente. Los rayos de sol entraban por las rendijas de la ventana, dándole un aspecto mas vivo a la habitación. Yumi abrió lentamente sus ojos, acostumbrándolos a la luz. Lo primero que logró visualizar fue una bandeja de plata, que contenía un libro y una taza de té, Intentó tomar el libro, pero una mano la detuvo, Miró expectante hacia arriba encontrándose con la brillante sonrisa de su hermana que llevaba puesto un costoso kimono color esmeralda -¡como duermes! Mira, desayuna rápido y ponte algo lindo, que iremos a conocer lugares, ¿si? Te espero afuera -¡Sí! - Se apresuró a decir Yumi, Viendo como su hermana salía por la puerta de su habitación. Revisó toda su ropa, quedando conforme con un kimono color celeste con bordados azules, el obi era de un color celeste muy claro y tenía unas pequeñas gotas azuladas y unas formas que daban la impresión de un océano inquieto. Al salir de su habitación vio a Aiko recostada sobra la pared silbando una canción. Al bajar se encontraron con un elegante Chojiro y un hombre de mediana edad, más bien alto que las saludó de muy buena forma, diciendo que lo llamaran Saito. Caminaron hasta llegar a una espléndida limosina blanca, donde Saito enseñó que entraran. El camino fue muy divertido para todos, Aiko y Yumi se subieron al techo del automóvil para visualizar mejor el hermoso paisaje y respirar el aire puro que provenía de los bosques, mientras los mayores bebían copitas de sake y Akane miraba por su ventanilla. Frenaron en un restaurante de comida tradicional. Después de sentarse en una mesa, Saito comenzó a hablar de política y continúo hablando de su empresa mientras las niñas se aburrían sobremanera, excepto Akane, que leía un libro silenciosamente. -Niñas, pueden ir afuera si quieren- dijo Sakura dirigiéndose hacia Yumi y Aiko- ¿No crees Chika-san? -Sí, Akane-kun... ve por favor-Dijo Chika sonriendo a Akane, que se levanto y siguió sin hacer un solo ruido a sus primas Ya afuera, las niñas se sentaron cada una en un banco un tanto alejadas de los clientes del restaurante -¿Akane-san, tu sabes quién es Saito?- preguntó Aiko seriamente y Yumi la miró sorprendida Akane pareció vacilar antes de contestar a su pregunta -Trabajaba con Chojiro y tu padre, según lo que escuché- observó detenidamente a Aiko- y no te equivocas, no quieren que escuchemos su conversación Aiko abrió los ojos de par en par-¡¿cómo lo sabes?!-exclamo mientras un par de chismosos se fijaban en ella Yumi no entendía nada, y sintió que la dejaban de lado, debía decir algo para estar dentro de esa conversación Las miradas se apartaron de Aiko en cuanto calló y Akane, sin decir más, siguió con su lectura, Yumi se acerco hacia Aiko y en su oído murmuró: -no entendí Aiko-chan... ¿podrías explicarme lo que ha dicho?- Aiko todavía algo exaltada le explicó sus pensamientos y Yumi compartió su opinión: los adultos de algo importante hablaban y no querían que lo supieran Akane, fastidiada, les dijo a sus primas que podrían escuchar la conversación desde afuera, pero tomaban el riesgo de ser vistas fácilmente. Las niñas se sonrieron, los desafíos eran su mejor pasatiempo. ------------------------ Fin del primer capítulo. Esta historia fue recientemente corregida y mejorada (2014)

lunes, 19 de mayo de 2008

Gelatina horneada

Hace unos días, mi mamá dejo caer en mis manos la responsabilidad de una gelatina,

Siendo esta tarea tan agobiante no logre controlarla del todo y mis sentidos me fallaron.


Después de efectuar con asombrosa precisión los pasos que indica en la caja,

recuerdo haber escuchado que mi mamá me dijo “ahora guardala en el horno”

No lo dude ni por un segundo, y lo hice. Olvidándome de todo deje la gelatina descansar en el horno… Al día siguiente no media más que un centímetro y no cumplía con las condiciones naturales de una gelatina. Mi trabajo estaba terminado y para siempre, no volvería a tomar una responsabilidad de ese tamaño.

Receta para hacer una gelatina horneada:

1_ seguir los pasos que indica el embase de la gelatina

2_ Dejarla descansar en el horno durante algo mas de 10 horas

3_ sacarla y disfrutar de una crujiente y muy sabrosa gelatina

miércoles, 2 de abril de 2008

Yo

Nombre: Camila

Edad: 13 años

Descripción física: soy alta y flaca, mis ojos son grandes de un color marrón oscuro con largas pestañas. Mi pelo es ondulado.
descripción psicológica: Mi autoestima no es elevado, tampoco bajo sino que es medio. Soy creativa, imaginativa, comprensiva, leal, sarcástica, e inteligente: mis inteligencias más desarrolladas son, la lingüística y la interpersonal.

Cualidades que me gustaría tener: Ser más cariñosa, más segura de mí misma, mas ordenada, (¡soy un desastre!) y Aguantar la respiración 10 minutos como Guybrush Threepwood

Defectos que me gustaría no tener: Me gustaría no ser tan fría ni tan insegura

Ambiciones: Llegar a escribir, actuar o a ser bióloga ¡Algo!

Cosas que me gustaría realizar: Terminar alguna de mis historias

Mis Disgustos: que la gente que no conozco me mire sin el menor disimulo

Características que tienen mis amigos: Inteligentes, profundos (o no profundos, pero nunca huecos)

Biografía personal: Nací en Mendoza un 24 de julio del 94 a las 12:14, Viví en el barrio cementista los primeros 7 años de mi vida, antes de mudarme a la ciudad, Vivo con mi mamá Ana, mi papá Jorge, y un hermano de 19 años, Nahuel. A los seis años comencé ir al colegio Nadino en el cual me trasformaron en una niña tímida, insegura que temía demostrar su opinión. A mis ocho años ingresé en la escuela Andino, en donde hice muchos amigos: Agostina, Tatiana, Sofía, Francisco, Julieta, Juan Ignacio, Sabrina, Giuliana. De los cuales solo quedan los cuatro primeros.

Intereses: La lectura, el medio ambiente, viajes, cocina, películas, los signos del zodiaco, oriente, Temas esotéricos

Cosas que me ponen nerviosa: Que me critiquen, que me molesten

Que me gusta de los demás: Que sean creativos y alegres

Signos con los que congenio hasta ahora: Libra, Leo, piscis, sagitario, Aries, Cáncer.

Signos con los que no tengo afinidad: Escorpio, y CREO que acuario

Caracteres para comenzar un buen día: Que nadie me moleste, que me despierte temprano y me organice, que alcance hacer mi rutina

Caracteres para empezar mal el día: despertarme tarde, que me griten.

Interpretes musicales que escucho: Manu Chao, Norah Jones, Jorge Drexler.

Estilo de películas que me gustan: locas, fantásticas, por lo general las películas Japonesas

Clase de libros que me gustan: fantásticos, de aventura

Tipos de comidas que me gustan: árabes (algunas) pastas, pasteles

Clase de postres que me gustan: todos: tortas, tartas, flanes, masitas, papas de leche, ¡helado! etc.

Lugares que me gustan: Bariloche, Buenos Aires, Chubút

Lugares que me gustarían conocer: Véneto de Italia, China, Japón, Inglaterra (castillo de Harry Potter)

Lugares que no quiero visitar: Cualquier desierto.

Materias preferidas: Lengua y literatura, biología, geografía, informática, tecnología, portugués, plástica, música y física

Materias horrorosas: matemática, ingles y no se si química

Cosas que quiero aprender este año: sobre lugares, historia, idiomas, naturaleza,